miércoles, 24 de febrero de 2010

Testimonio de Marcos


Empecé a consumir desde muy pequeño, de baja edad diría yo, era demasiado joven que ni siquiera me dejaban entrar en las discotecas… O sea, que ahí tendría unos 15 o 16 años aproximadamente y con esa edad no sabías en qué te estabas metiendo. Entonces es cuando probé la primera rayita de cocaína, no me hizo mucha gracia porque no era la primera cosa en polvo que me metía por la nariz y menos siendo droga.

Cuando empezó a hacerme efecto era ya otra persona más agresiva. La gente me miraba diferente, me pegaba con todo el mundo, pero yo no era así sin drogas. Día tras día empecé a pillar cocaína ya que tenía en el bolsillo bastante dinero como para pillar con mis amigos. Aceptaba que era un drogadicto y un alcohólico y un porrero, pastillero y también me comía muchos tripis alucinógenos… pero a esa edad probabas de todo sin saber las consecuencias que luego traen.

Empecé a crecer y hacía lo mismo, pero, eso sí, los mis amigos ya no se iban conmigo por que se lo pasaban bien; todo lo contrario: se venían conmigo por el interés del dinero, porque yo siempre ponía más dinero que ellos para pillar de todo, sobre todo cocaína.

Crecí aún más y mi mente, por tantas drogas que me metía, más desastrosa se hacía. Pero me daba cuenta de que podía tener un dinero, un dinero ahorrado para el futuro y ahora no tengo nada por mi mala cabeza, por no hacer caso a lo que me decían mis padres por mi bien, por no hacer caso a mi cerebro… Lo que me pedía mi cuerpo era cocaína y nada más que cocaína.

Entonces llegó el día, aquel año 2002, y les dije a mis padres tan felices que eran, y a mi hermano… Los senté en el tresillo y les conté que yo soy así: necesito urgentemente ayuda, soy un drogadicto, o sea, estoy muy o quizás demasiado enfermo, me meto cocaína, fumo porros, me como pastillas y tripis.

El mismo día por la tarde me llevaron al Hospital de Getafe y allí hablé con una médico y se lo conté todo, detalle por detalle y desde allí nos recomendaron el CAID de Parla. Al día siguiente fui con mi madre y nos dieron cita con una psicóloga y se lo conté todo otra vez detalle por detalle pero delante de mi madre… imaginaros cómo estaría al escuchar todo lo que salió por mi boca durante cuatro horas seguidas.
Por otro lado, me avergüenzo de todo lo que hice y jamás se repetirá. Cambié mis palabras y actitudes y empecé a pensar qué es lo que debería haber sido o debería ser. Yo debería ser aquella persona buena, sensible, fuerte y un buen pintor y haberle hecho caso a mi madre, si no hubiera tenido esas malas compañías con las que me juntaba antiguamente.

Yo debería ser un buenísimo pintor pero soy un exdrogadicto, palabra que ya se queda para toda la vida.

Crearé para ser el mismo, pero ya sin drogas.
Llegados a este punto, deciros que he dejado atrás hace más de cinco años el alcohol, he dejado atrás hace unos 12 o 13 años las pastillas y los tripis y hace cuatro años que dejé de irme con mis colegas… Me ha resultado difícil, muy difícil y ahora lo que más me ha costado dejar es la cocaína y lo estoy consiguiendo, porque lo siento dentro de mí, dentro de mi corazón, alma y sobre todo mentalidad. Esa mentalidad que jamás en la vida se desviará otra vez, como otras veces que ha pasado… Pero esta ya va en serio, con mentalidad: lo digo por escrito y lo digo porque lo siento de verdad.

Mi cabeza está estupendamente sin motivo ninguno y tampoco quiere consumir drogas: está preparada para enfrentarse a la vida cotidiana, conseguiré que mis seres queridos me vuelvan a querer como aquel día cuando vi por primera vez la luz. Y encontraré amistades nuevas no consumidoras (que las hay), buscaré hasta que las encuentre, sin pensar en lo que he dejado atrás: quiero una vida sin drogas… Yo ya NO CONSUMO.

Marcos

1 Comment:

Anónimo said...

Ánimo... ¡Seguro que lo consigues!... Yo lo hice hace ya algunos años y ahora sí puedo decir que soy FELIZ. Un abrazo.